lunes, 25 de marzo de 2013

Abrillantar la panoplia

Estimado Hank. No se si merezco una flagelación o una cascada de reproches en tono beligerante. Sé que puedes, que eres capaz, con tu escatológica y misógina verborrea, con tu lengua viperina, de sacarme los colores, provocar que desee enterrar la cabeza cual avestruz o mis ojos filtren lágrimas curativas. 

Puede que eso, precisamente, haya sido lo que me ha pasado durante a los dos últimos años. Me he anquilosado en mi auto-complacencia y he despejado los problemas que me sobrevenían desoyendo mi conciencia. Cambiando soluciones por abulia. Lucha por conformismo. Repulsivo... ¿verdad?.

De aquellas aguas vienen estos lodos. El tesón se asfixió en bocanadas de humo y se ahogó en zumo de cebada mientras mis posaderas esculpían el sofá al tiempo que culpaba al entorno de mis miserias. Ahora, que ese entorno se ha convertido en una zorra sin escrúpulos capaz de pegarte una caterva de enfermedades venéreas, robarte la cartera y dejarte a medias, no queda más remedio que adaptarse, ser consciente de que no es más que una meretriz revenida y huir de su zalamero bramido. 

Analizar, detectar, actuar... querido Hank. Aparcar las bagatelas, los reproches altivos y el gimoteo de niño mimado, de quién se cree mojón y no llega a tímida y sorda flatulencia, para abrillantar la panoplia y recuperar la apetencia por gestionar los sueños que cabalgan durante las solitarias noches. Perseverar y avanzar con pasos pequeños. Luchar y progresar. Combatir y apostar sin miedo a fracasar en medio de este ambiente mortecino en el que la mediocridad pretende gobernar nuestros destinos como si fuésemos aturdidas ovejas. Estúpidas. Sedadas... 

El timo de la estampita, estimado Hank. No nos engañan por mucho que se unten el pelo con Farmatint y disimulen su macabra sonrisa con maquillaje barato. Empero este maldito entorno que regurgita bilis no merece ser mencionado si poco o nada podemos cambiarlo. 

Tan sólo debemos intentar fajarnos, con cintura de goma, de sus caprichosos y siniestros designios. Amoldarnos, arraigar la fuerza y predicar el honor para con uno mismo Hank, con lo que se anhela, con las ilusiones que emergen en medio de la tempestad. Reconducir el velero hacia el puerto en el que queremos que atraque y donde nos esperan ninfas de cabello ondulado color azabache. 

En eso estamos mi bien hallado Hank. O al menos, vamos a intentarlo. No vamos a consentir llantos estériles, infestados de maldad y carentes de soluciones. Todo lo contrario. Vamos a dar lustre a nuestra coraza y a afilar la hoja de nuestra espada para evitar que se atasque con la helada. Sólo así, querido Hank, no acabaremos hastiados por la pereza y un nefasto deambular vertebrado por las trampas impuestas por la ignominia de los que mueven los hilos. Pelear y medrar, mi admirado amigo. 

Alea jacta est.

2 comentarios:

  1. Así andamos, poco a poco. Y encantada de que vuelvas!

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  2. Me gusta la forma, no el contenido. No creo que hayas tirado dos años, ni mucho menos. Y como no cambies la manera de pensar nos encerraremos en una habitación y, cual Bukowskys, echaremos una carrera. A ver quien gana. Te aviso que no quiero vencerte y no quiero que venzas. A esto no. A lo demás sí.

    M.M.

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